jueves, 13 de diciembre de 2012

BRODEK, EL DRAGON DEL DÍA Y LA NOCHE

Vamos a sacar llamas con ese cuento en castellano:

Todos los dragones tenían que elegir entre el bando de los dragones de la noche o el de los dragones de la luz. Ambos bandos se odiaban a muerte y los dragones cuándo eran pequeños se entrenaban durante años para formar parte de uno de los ejércitos.

Brodek no lo tenía claro y no le quedaba mucho tiempo. Al amanecer, sus alas se cubrirían con el azul de la noche o el dorado del sol, y permanecerían así para siempre, y todo su ser odiaría al sol o a la luna sin poderlo remediar. Era el precio del mágico y funesto don de escupir fuego. Por eso, había ido a pensar al bosque, donde esperaba encontrar una respuesta. Pero allí, sentado, en el silencio de la noche, no había respuestas. Era de noche y al ver lo bonita que era, no quería odiar toda esa maravilla durante toda su vida.



Pero al dar paso a las primeras luces del alba, era uno de los momentos favoritos del dragón, y pensó que tampoco quería ser un dragón de la noche y odiar tantísima belleza.
Desde aquel día, cada cierto tiempo, Brodek vuelve a decorar los campos con su mágico aliento escarchado, como queriendo recordar al mundo que no es necesario elegir entre el día y la noche cuando no se sabe odiar

Y antes de que las lágrimas inundaran sus ojos, Brodek voló hasta la laguna, se sumergió para salir volando hacia el cielo tan alto como podía como tratando de escapar de la injusta tierra y de su cruel destino. Y cuando estuvo lo más alto que sus alas le dejaron, soltó una gran llamarada con mucha energía que en lugar de fuego, de su boca, surgió una finísima capa de escarcha que cubrió los campos.

Fue entonces que descubrió que no sería un dragón de la noche, ni un dragón de la luz, pues una de sus alas pertenecía a la luna, y la otra la sol.

Cuento contado, cuento acabado

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